miércoles, 6 de noviembre de 2013

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Sueño con una tierra que aún no conozco mas que en sueños. Volando llega un arrullo, volando llega un cantar de hombres y mujeres que antes que yo, atravesaron el miedo que separaba su casa de la niebla. Sueño con una tierra de montaña verde, con árboles que ocultan tras sus ramas el instinto del hombre que aún no sabe qué es el hombre. Sueño con el viento dejando la sabana, llenándose de agua, soplando hasta mis ojos, que por fin sienten el viento y lloran. Y saben que es la tierra. Y saben que tras la niebla densa de los sueños se oculta la ciudad brillando en la hondonada.
Ya casi puedo escucharla. Ya casi puedo sentir el ritmo que la mece, el aroma que inunda cada calle, el deseo que me lleva hasta su puerta. Ahí está la casa. Ella espera adentro.

Ésta es su tierra. Ésta es la tierra que la vio nacer. Éstas las calles que la vieron caminar siendo una niña, que la vieron soñar con otra tierra, con otro aroma diferente a éste, con ciudades que agitan en la noche su esplendor caduco, su marchitar de siglos creyendo ser el centro de todo lo que existe.

Qué lejos queda España. Qué lejos quedan ahora sus plazas, el ruido de sus calles. Qué lejos queda todo lo que no soñé.

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